La obra denominada “1150 flores americanas, intervención sin ética” consiste en el emplazamiento de 1150 piezas metálicas, de alturas variables hasta 2,50 m, en una trama geométrica, compuestas de un tallo y pétalos de láminas cuadradas pintadas con esmalte poliuterano y que evocan un campo de flores. Los pétalos se trabajan a partir de los colores de las banderas de los países latinoamericanos, en una composición que hace un recorrido desde el oriente con los colores de la bandera chilena. Al centro se mezclan los colores de todas las banderas. La obra recoge con simplicidad iconográfica y con la idea de movimiento, la ocupación del territorio, reforzado por la densidad y masa de los elementos.

La idea es conformar un manto ondulante, que cubra la superficie habilitada para el proyecto, re-significando el concepto de conectividad de toda ruta, al sueño social de resaltar la unificación de los pueblos, rescatando la esencia transversal de lo “panamericano”.

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