La obra de Mauricio Guajardo consiste en tres grandes bloques de granito gris han sido moldeados con prolijidad, para dar origen a tres ruedas perfectas, de aproximadamente un metro de diámetro. Cada una de estas ruedas tiene una fisura que parece dividirla en dos. De esta herida emergen bloques rectangulares de distintas medidas, atravesando la aparente perfección de las ruedas. El conjunto escultórico se dispone en un espacio circular cubierto de gravilla, en el patio central de la escuela, dando origen a un lugar de encuentro y juego. El montaje en una zona demarcada circularmente potencia el recorrido y apreciación de las esculturas. El simbolismo de la rueda es para el artista: “geometría perfecta sin principio ni fin. La rueda mueve aun el diario vivir de las gentes, físico y descarnado. Sus ejes, su forma toda, traspasan el aire húmedo y las fronteras que van más allá del deseo y de la memoria.​