La obra consiste en un espacio de yuxtaposiciones de formas, planteando un recorrido visual laberintico, representado por elementos simples, bidimensionales (planchas de acero pigmentadas adosadas al muro), y tridimensionales (asientos y volúmenes dispuestos a la altura del piso). La obra establece un lugar de permanencia que acoge a los jóvenes en un espacio artístico. Mediante la utilización de sugerentes líneas diagonales, se plantea un dialogo entre la obra adosada al muro, como telón de fondo, y el espacio destinado al uso de los alumnos para sentarse, jugar y permanecer, cobijados por la parte de la obra que es mural. La gama cromática es minimalista, únicamente se utilizaron tonos negros y rojos, colores coherentes como el contemporáneo de la propuesta.