La intervención evoca un bosque, mediante un revestimiento acústico de fibras textiles verdes, entrelazadas por resinas especiales, que envuelven la mitad superior de la altura de cada pilar. En cada uno se incorporan réplicas de ramas de árboles y figuras de aves, ubicadas a 3.50 m. de altura, en fierro fundido, pintadas a mano (jilguero y tenca para el primer y el segundo subterráneo respectivamente).

En esta obra se destaca la metáfora y la poesía de la propuesta que, suspendida en el aire, se hace cargo de lo intangible, crea un nuevo clima más silencioso y tranquilizador dentro del espacio de movimiento y ruidos, permitiendo la contemplación. Por otra parte, la preocupación por la realización de los pájaros, de gran factura, seduce al observador, haciéndose visible a pesar de la señalética y la publicidad existente en este espacio.