La obra se compone de dos murales que juegan con la estética del mosaico, utilizado una amplia gama de colores que producen un efecto cromático llamativo y estimulante para la visión infantil. Sobre esta retícula de colores se han dispuestos una serie de figuras extraídas del imaginario infantil. Recuperando la idea del juego, estos murales funcionan como tableros en los cuales cada figura adopta una posición. Aparecen animalitos, enanos, duendes, etc. Los niños podrán reconocer las figuras y proyectar sus emociones en ellas. El emplazamiento de los murales responde a la necesidad de generar un entorno acogedor para los pequeños. El primer mural, de casi dos metros de altura, se ubica en el muro de acceso del edificio. El segundo, de más de 5 metros de altura, se ubica al interior del patio principal de juegos, elevándose lo suficiente para que pueda ser apreciado por la población.​