La obra se genera a partir del juego del ajedrez, convirtiéndose a sí misma en un elemento lúdico que aporta cultura y entretención, dada por la interactividad de los niños con la obra. El tablero da continuidad al piso de madera generando un nivel adicional. Este permite la visualización del juego por parte de los espectadores, integrándolos y pasando a ser un juego colectivo y no solo de dos jugadores, para quienes se proyectaron dos sillas fijas de madera que se enfrentan. La materialidad del tablero es mármol negro y blanco, provocando un contraste cromático que mantiene la tradición del ajedrez. Las piezas son las protagonistas de la obra. Fueron creadas en madera torneada, con una estructura metálica interior que le permite desplazarse y mover la boca. Su iconografía se inspira en el ballet “cascanueces” y en el imaginario universal de los juguetes. Sus formas son simples, de gran colorido y atractivo visual, que sin duda atraerá a los niños.