La obra de Solar y González consistente en dos murales que se enfrentan, constituyéndose en una apuesta plástica que se presenta como dos ventanas que traen dos imágenes que tensionan con profundidad el espacio y se ofrecen a los niños. El uso de colores complementarios en los murales que se enfrentan, tiene por objetivo producir una sensación visual de equilibrio y armonía entre ambas obras. Día y noche, vitalidad y calma, movimiento y quietud, todas ellas sensaciones presentes en la obra, que nos evocan el ciclo de la vida y la energía. Uno de los murales es puramente abstracto. Mediante tonos tierra y una pregnante línea negra, se ha creado un diseño inspirado en imágenes precolombinas el otro mural se proyecta sobre un fondo azul oscuro. A modo de mapas estelares donde nacen cuatro figuras conformadas por estrellas; una silla, una chinita, un pez y un bebé humano a punto de nacer. Figuras reconocibles que dan pie a posibles relaciones y significaciones.​