La obra plantea la creación de un imponente sombreadero, disponiéndose en un espacio contenido en la pendiente, acogiendo el juego de los niños, ya que abarca la totalidad del patio, haciendo participar a los elementos existentes, los recorridos, edificios y tensiones espaciales. En contraposición con el edificio, la obra trabaja curvas y elipses a modo de surcos, proyectando sus formas en el suelo de adoquines. La obra contempla un mobiliario compuesto principalmente por bancos y resbalones que aprovechan los desniveles del lugar. La estructura del perfil metálico servirá como apoyo para una buganvilla o flor de la pluma que llenara el patio de color. La obra genera un espacio de encuentro, cumpliendo la función de pérgola que acoge y hace del espacio un lugar más habitable.​