La obra se compone de diez figuras masculinas realizadas en resina poliéster, de tres metros de altura cada una. Esta instalación escultórica y flotante se ubica en la superficie del agua, por lo que parecen caminar sobre ella, a lo largo de 135 metros. Estos cuerpos de figura humana caminan evocando serialidad y enfrentan a la obra vial de la Autopista Concepción Talcahuano, lugar a la vez de tránsito permanente. El concepto de serialización implica una pérdida de individualidad, el cambio de color otorga cierta humanidad a estos seres y los personifica. Esta propuesta, la primera obra flotante del país, establece un lenguaje propio, una intervención en el paisaje que con gran impronta respeta el entorno, sin dejar de sorprender al espectador.​