El artista se apropia de la plaza, interviniendo el espacio en dos niveles. El primero es una gran plataforma de un metro de alto, esta tiene una cavidad que se convierte una cancha de skate que permite el juego de niños y adolescentes. La otra zona a nivel está compuesta por un conjunto de sombreaderos realizados con postes metálicos y mallas pintadas de diferentes colores en sus partes superiores. El espacio propuesto se complementa con la disposición de asientos y un pozo de arena. La Obra se propone como un lugar de encuentro y recreación para la comunidad, con variadas alternativas de uso. Aparte del dominio y manejo espacial contenido en la obra, está dotada de un valor escultórico, presente en la textura creada por los sombreaderos, tanto en su presencia física como en la sombra que proyectan.