La intervención corresponde a un mural de 26,8 metros de largo por 4 de alto, realizado con pintura acrílica, aguada de fondo y tratamiento de pasta relieve. Tres vasijas confeccionadas en arcilla de 1mt de alto, sobre soportes de fierro patinado. La forma de las vasijas se basa en hallazgos del Valle del Huasco y de la “Quebrada Los Romeritos” de la cultura Molle.

La iconografía empleada, alude a las manifestaciones artísticas de las culturas indígenas que habitaron esa región y aspira de esta manera a convertirse en un tributo a ellas. La autora trabaja con el referente de petroglifos y cerámicas Molles y Diaguitas; mujeres-montañas, escenas de caza, animales y símbolos, son procesados y transformados para otorgar un sello propio al conjunto.